sábado, 27 de octubre de 2012


Intelectuales y hegemonía, Gramsci
Entre los intelectuales y el poder  en diferentes épocas existe una relación de apoyo y validación mutua, es decir,  las personas que tienen el poder se rodean de intelectuales para que por medio de la construcción  y difusión de argumentos, respaldados por la credibilidad social que tienen,  logren la aceptación de las acciones y propuestas del poder.
Gramsci llama intelectuales tradicionales a quienes se han mantenido  a través del tiempo protegiendo su poder, compartido con otros grupos, desde el trabajo de producción y difusión intelectual. Entre estos grupos está la iglesia, los militares, monarquías o círculos de aristocracia; en los cuales se fomenta la idea que es natural que existan diferencias sociales, hay quienes nacen para, mandar, y quienes nacen para obedecer. Esto, en la concepción de algunos grupos, es deseable  para una sociedad ordenada y productiva. El trabajo de los intelectuales al interior de estos grupos es convencer al resto de las personas, que esto es cierto, aún las clases que viven oprimidas, pueden estar de acuerdo con este orden social. Como estos intelectuales son ubicados   generalmente en el campo, y en la actualidad en las clases bajas, las personas ven en este grupo de intelectuales una posibilidad de ascenso social, en algunos casos la única. Un ejemplo de ello es la infancia y juventud de Benito Juárez, quien se acerca a la educación por medio de intelectuales tradicionales y poderosos: la iglesia, aunque después, las puertas que le abre la educación, le permiten no solo escalar socialmente, sino generar conciencia en él y en otros a partir de lo cual se dan cambios socio-políticos.
Llamar intelectuales solo a quienes se dedican al trabajo de elaborar teorías, analizarlas, debatirlas o apoyarlas en diferentes medios asociados o no al poder, es inexacto, pues, todos los hombres pensamos todo el tiempo, también analizamos, calculamos, relacionamos,  etc. Hegel  en la dialéctica del amo y el esclavo dice que cuando el amo obliga al esclavo a trabajar, y éste  trabaja directamente con la materia; a partir del trabajo,  genera pensamiento, preguntas,  y por lo tanto filosofía. Marx, también se aleja de la filosofía de ideas, para ubicar al hombre  en lo material, en el trabajo que transforma la sociedad históricamente. De manera que  existen intelectuales  por profesión o función social, e intelectuales cotidianos (todos), que pueden dedicarse a cualquier cosa, madres de familia, obreros, campesinos, etc. Quienes en su trabajo  cotidiano, crean, piensan, transforman, critican.
En las diferentes clases sociales, se educa a los más jóvenes, reproduciendo formas de pensamiento  cultura que les es cotidiana y que se hereda. La escuela, es una producción humana que ayuda a la transmisión de esa cultura y pensamiento, además de producir a los intelectuales dentro de su clase. Aunque en la escuela pública en México, me parece que no genera intelectuales con conciencia de clase dispuestos a trabajar para cambiar su situación; esto es claro cuando  se les dice a los alumnos que deben ser puntuales al ingresar a la escuela, pues se están formando hábitos que les permitan, en un futuro, no ser despedidos de la empresa para  la que laboren. Cuando se les dice que debe haber un jefe de grupo  en la secundaria, cuya misión es la vigilar a sus compañeros y avisar al maestro para que estos sean reprendidos, esta función (de soplón) está delegado por lo general a los alumnos más estudiosos y cumplidos.

Gramsci identifica claramente diferentes grupos sociales, burgueses, políticos, campesinos y obreros, y al igual que Marx, sostiene que la búsqueda del bien común, sucede solo cuando existe conciencia de clase y lucha contra la injusticia que surge desde las clases dueñas de los medios de producción quienes se enriquecen a costa  de las masas, quienes solo poseen su fuerza de trabajo.
Coincide con Makarenko en la idea del bien común por encima de los intereses individuales, y el trabajo  como transformador de la sociedad y generador de cambios permanentes en la manera de pensar al mundo.
Makarenko identifica a tres tipos de desamparados, los de primera clase que “…participan de la manera más activa en la composición de su propios horóscopos” (MAKARENKO, A. 1974:64) una clase intermedia y una baja que se ubican en esta escala de acuerdo con  su actitud ante el reto que significa para ellos vivir.
Es entre estos intelectuales de primera clase, que se diferencian de las otras dos clases, en ser los más dispuestos a correr riesgos para lograr mejorar su situación, pueden verse prefigurados los intelectuales orgánicos de los que habla Gramsci, que en algunas ocasiones son líderes revolucionarios, empresarios o líderes comunitarios que no solo superan las barreras sociales, sino que  instan a otros con su discurso o ejemplo.Los partidos políticos, surgen a partir de intelectuales orgánicos que logran una especie de eslabón entre la sociedad civil y quienes están en el poder. “superan este momento de su desarrollo histórico y pasan a ser agentes  de actividades generales, de carácter nacional e internacional.” (GRAMSCI, A 1998: 61) Desde este punto de vista, los miembros y fundadores de partidos políticos  tiene una noble labor, pues enarbolan y defienden las causas de la clase a la cual representan y de la cual, por lo tanto esperan apoyo y respaldo para hacerse del poder y lograr los cambios sociales que postula su partido. Sin embargo, en la actualidad podemos ver como ejemplo de la inercia del poder que hace a los partidos políticos renunciar a la base ideológica que los fundamenta una vez que son parte del gobierno de una entidad  o el  país; es en ese momento que necesitan  un grupo de intelectuales para explicar su manera de conducirse, personas que generan confianza en la mayoría, líderes de opinión, algunos artistas o catedráticos que son reconocidos por su postura ideológica, a ellos les toca la función pública de explicar porque  algunas acciones o líneas generales de gobierno, son lo mejor , y hacer de nuevo una masa dócil a la clase hegemónica, hasta que vuelven a surgir intelectuales críticos del sistema social, político y económico.
Bibliografía consultada:
GRAMSCI, ANTONIO (1987) (1ª Edición)  La alternativa pedagógica  Fontamara: México. pp.  49-61.
MAKARENKO, ANTON. (1999) Poema Pedagógico. Quinto Sol: México. Pp. 138-145, 216-245, 327, 419-439, 519, 579-597, 625-709.

1 comentario:

  1. Y uno de los retos que tenemos como futuros pedagogos es trabajar para fomentar el pensamiento crotíco en los alumnos para que a parti de ello decidan actuar por un mundo más democrático, de esta manera lograremos despertar al intelectual que reposa en todos nosotros.

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