Intelectuales y hegemonía, Gramsci
Entre los intelectuales
y el poder en diferentes épocas existe
una relación de apoyo y validación mutua, es decir, las personas que tienen el poder se rodean de
intelectuales para que por medio de la construcción y difusión de argumentos, respaldados por la
credibilidad social que tienen, logren
la aceptación de las acciones y propuestas del poder.
Gramsci
llama intelectuales tradicionales a quienes se han mantenido a través del tiempo protegiendo su poder,
compartido con otros grupos, desde el trabajo de producción y difusión
intelectual. Entre estos grupos está la iglesia, los militares, monarquías o
círculos de aristocracia; en los cuales se fomenta la idea que es natural que
existan diferencias sociales, hay quienes nacen para, mandar, y quienes nacen
para obedecer. Esto, en la concepción de algunos grupos, es deseable para una sociedad ordenada y productiva. El
trabajo de los intelectuales al interior de estos grupos es convencer al resto
de las personas, que esto es cierto, aún las clases que viven oprimidas, pueden
estar de acuerdo con este orden social. Como estos intelectuales son ubicados generalmente en el campo, y en la actualidad
en las clases bajas, las personas ven en este grupo de intelectuales una
posibilidad de ascenso social, en algunos casos la única. Un ejemplo de ello es
la infancia y juventud de Benito Juárez, quien se acerca a la educación por
medio de intelectuales tradicionales y poderosos: la iglesia, aunque después,
las puertas que le abre la educación, le permiten no solo escalar socialmente,
sino generar conciencia en él y en otros a partir de lo cual se dan cambios
socio-políticos.
Llamar
intelectuales solo a quienes se dedican al trabajo de elaborar teorías,
analizarlas, debatirlas o apoyarlas en diferentes medios asociados o no al
poder, es inexacto, pues, todos los hombres pensamos todo el tiempo, también
analizamos, calculamos, relacionamos,
etc. Hegel en la dialéctica del
amo y el esclavo dice que cuando el amo obliga al esclavo a trabajar, y
éste trabaja directamente con la
materia; a partir del trabajo, genera
pensamiento, preguntas, y por lo tanto
filosofía. Marx, también se aleja de la filosofía de ideas, para ubicar al
hombre en lo material, en el trabajo que
transforma la sociedad históricamente. De manera que existen intelectuales por profesión o función social, e
intelectuales cotidianos (todos), que pueden dedicarse a cualquier cosa, madres
de familia, obreros, campesinos, etc. Quienes en su trabajo cotidiano, crean, piensan, transforman,
critican.
En
las diferentes clases sociales, se educa a los más jóvenes, reproduciendo
formas de pensamiento cultura que les es
cotidiana y que se hereda. La escuela, es una producción humana que ayuda a la
transmisión de esa cultura y pensamiento, además de producir a los intelectuales
dentro de su clase. Aunque en la escuela pública en México, me parece que no
genera intelectuales con conciencia de clase dispuestos a trabajar para cambiar
su situación; esto es claro cuando se
les dice a los alumnos que deben ser puntuales al ingresar a la escuela, pues
se están formando hábitos que les permitan, en un futuro, no ser despedidos de
la empresa para la que laboren. Cuando
se les dice que debe haber un jefe de grupo
en la secundaria, cuya misión es la vigilar a sus compañeros y avisar al
maestro para que estos sean reprendidos, esta función (de soplón) está delegado
por lo general a los alumnos más estudiosos y cumplidos.
Gramsci
identifica claramente diferentes grupos sociales, burgueses, políticos,
campesinos y obreros, y al igual que Marx, sostiene que la búsqueda del bien
común, sucede solo cuando existe conciencia de clase y lucha contra la
injusticia que surge desde las clases dueñas de los medios de producción
quienes se enriquecen a costa de las
masas, quienes solo poseen su fuerza de trabajo.
Coincide
con Makarenko en la idea del bien común por encima de los intereses
individuales, y el trabajo como
transformador de la sociedad y generador de cambios permanentes en la manera de
pensar al mundo.
Makarenko
identifica a tres tipos de desamparados, los de primera clase que “…participan
de la manera más activa en la composición de su propios horóscopos” (MAKARENKO,
A. 1974:64) una clase intermedia y una baja que se ubican en esta escala de
acuerdo con su actitud ante el reto que
significa para ellos vivir.
Es
entre estos intelectuales de primera clase, que se diferencian de las otras dos
clases, en ser los más dispuestos a correr riesgos para lograr mejorar su
situación, pueden verse prefigurados los intelectuales orgánicos de los que
habla Gramsci, que en algunas ocasiones son líderes revolucionarios,
empresarios o líderes comunitarios que no solo superan las barreras sociales,
sino que instan a otros con su discurso
o ejemplo. Los partidos políticos, surgen a partir de intelectuales orgánicos que logran una especie de eslabón entre la sociedad civil y quienes están en el poder. “superan este momento de su desarrollo histórico y pasan a ser agentes de actividades generales, de carácter nacional e internacional.” (GRAMSCI, A 1998: 61) Desde este punto de vista, los miembros y fundadores de partidos políticos tiene una noble labor, pues enarbolan y defienden las causas de la clase a la cual representan y de la cual, por lo tanto esperan apoyo y respaldo para hacerse del poder y lograr los cambios sociales que postula su partido. Sin embargo, en la actualidad podemos ver como ejemplo de la inercia del poder que hace a los partidos políticos renunciar a la base ideológica que los fundamenta una vez que son parte del gobierno de una entidad o el país; es en ese momento que necesitan un grupo de intelectuales para explicar su manera de conducirse, personas que generan confianza en la mayoría, líderes de opinión, algunos artistas o catedráticos que son reconocidos por su postura ideológica, a ellos les toca la función pública de explicar porque algunas acciones o líneas generales de gobierno, son lo mejor , y hacer de nuevo una masa dócil a la clase hegemónica, hasta que vuelven a surgir intelectuales críticos del sistema social, político y económico.
Bibliografía
consultada:
GRAMSCI,
ANTONIO (1987) (1ª Edición) La alternativa
pedagógica Fontamara: México.
pp. 49-61.
MAKARENKO,
ANTON. (1999) Poema Pedagógico.
Quinto Sol: México. Pp. 138-145, 216-245, 327, 419-439, 519, 579-597, 625-709.
Y uno de los retos que tenemos como futuros pedagogos es trabajar para fomentar el pensamiento crotíco en los alumnos para que a parti de ello decidan actuar por un mundo más democrático, de esta manera lograremos despertar al intelectual que reposa en todos nosotros.
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